Desde Tailandia llegamos a Camboya a través del paso fronterizo de Psar Pruhm. El visado se saca allí mismo, cuesta el equivalente a unos 30 Euro, unos 45 minutos de papeleos burocráticos y dos fotos de carnet que aconsejamos llevar hechas de antemano.
De camino a Siem Reap para visitar los famosos templos de Angkor, hicimos una parada en Battambang. Allí presenciamos un espectáculo en el que milliones de murciélagos salen cada atardecer de una cueva, y vuelan juntos formando una banda negra en el cielo.
Angkor es la región de Camboya donde se construyeron los principales templos del Imperio Jemer durante su época de esplendor, del siglo IX al siglo XV d.c. Allí, en una zona de unos 35 km cuadrados al Norte de Siem Reap, están repartidos los más importantes junto con otros más secundarios, en el lugar donde se asentó la capital del imperio que durante estos siglos llegó a dominar practicante todo el sur-este asiático. Excepto los templos, que se construyeron de piedra por ser para los dioses, el resto de la ciudad fueron edificaciones a base de madera, que desaparecieron con el paso del tiempo. Todo el complejo de Angkor fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1992.
Algunos de ellos son realmente maravillosos y únicos en el mundo. El templo principal, Angkor Wat, es la edificación religiosa más grande que se conoce en el mundo.
Muchos turistas se pegan el madrugón para acumularse en la entrada principal orientada al oeste, para ver salir el sol. Nosotros lo hicimos el segundo día y valió la pena. Con la luces del alba es como mejor se aprecia la belleza y también cuando mejores fotos se pueden hacer. Es un momento casi mágico que solo rompe el »clic clic« de las cámaras. Aunque para nosotros fue un momento más especial cuando el mismo día por la tarde volvimos a Angkor Wat, y una tormenta se mezcló con el atardecer mientras recorríamos los pasillos exteriores con grandes ventanas.
Durante el viaje no esta siendo fácil encontrar un buen café para los desayunos, pero en este chiringuito nos prepararon unos capuchinos que superaron todas nuestras expectativas. Espresso cremoso, la leche con espuma, y hasta su cacao en polvo por encima. La mejor manera de empezar el día.
Muchos de los templos quedaron sepultados bajo la selva durante unos 400 años dando lugar a increíbles escenarios, en los que las raíces de los árboles se mezclan con los muros de piedra esculpida. A partir de mitades del siglo XIX fueros descubiertos y empezaron a darse a conocer. El mejor ejemplo es el templo de Ta Prohm, también famoso por las escenas allí rodadas, con Angelina Jolie en el papel de Lara Croft para »Tomb Raider«.
Otro muy famoso y que a mi, personalmente, es el que mas me gustó, es el templo de Bayon. Esta situado en el corazón de Angkor con originalmente 49 torres y más de 200 caras de Avalokiteshvara (dios venerado por el budismo) esculpidas en piedra.
Una de las entradas a Angkor Thom, donde se encuentra, entre otros, el templo Bayon.
Algunos templos destacan especialmente por la cantidad y calidad de los bajos relieves esculpidos en sus paredes como por ejemplo Preah Khan. Por desgracia hay muchos de ellos muy erosionados por el paso del tiempo, y también algunas partes de ellos fueron espoleadas.
Es verdad que son muchos templos y que al visitarlos en un corto espacio de tiempo, podría llegar a cansar, o pensar que es siempre lo mismo, pero cada uno de ellos tiene algo especial que hace que sea diferente y interesante por si mismo.
El templo Ta Keo impresiona con una escalera muy inclinada con grandes escalones.
En algunos templos se pueden ver altares budistas y fieles rezando.
El ticket para la visita puede ser de un día, de tres, o para toda una semana, y cuestan 20, 40 y 60 dólares respectivamente. Nosotros cogimos el de tres días que es el que mas se recomienda, si se dispone de tiempo. Además se pueden intercalar días de descanso, que vienen muy bien, ya que los días de visita son agotadores por el calor.
La visita esta dividida en dos posibles circuitos, uno que es un poco más corto, y en el otro, que es un poco más largo, los templos se encuentran a más distancia unos de otros.
El primer día hicimos el circuito corto, y fuimos con tuk-tuk, que es la forma más común de hacerlo y también la más cómoda. Suele costar entre unos 15 o 20 dólares por tuk-tuk por día, acordándose el precio antes de contratar el viaje. Hay que regatear! El conductor del tuk-tuk hace la ruta que tu le dices y se espera fuera del templo las horas que sean necesarias.
Es muy probable ver monos salvajes cerca de los templos.
El segundo día alquilamos bicis,1 dólar/día, para ir más por libre. Después del madrugón para ver el amanecer en Angkor Wat, recorrimos el circuito largo, y disfrutamos de ir a nuestro ritmo y de las naturaleza de envuelve los templos.
Por los alrededores de Siem Reap
Como la experiencia con la bici nos gusto, decidimos repetir el tercer día, para ver los alrededores de Siem Reap. También salimos temprano, a las 5:30 de la mañana ya estábamos de camino, primero por las calles de la ciudad pero pronto por los caminos que cruzaban por los campos de arroz y donde habían casas típicas muy auténticas. La gente de aquí vive del campo, sobre todo del arroz, aunque también plantan frutas y hortalizas cerca de sus casas y tienen animales como vacas, bueyes y diferentes aves de corral. También vemos bastantes perros por los caminos, que se encargan de proteger las casas por las noches. Durante una hora vamos por este lugar idílico que nos recuerda un poco a la huerta de Valencia.
El objetivo de nuestra excursión era el templo Bakong, del grupo Roluos, que esta situado unos 12 km al oeste de Siem Reap, aunque conocer como vive la gente del campo y tener conversaciones con ellos nos pareció mucho más interesante que ver el templo.
En la población más cercana había un mercado que decidimos ir a ver, y allí descubrí un joyero, en la misma calle en frente de las paradas, y como no, entablamos conversación con el. El taller, o mejor dicho la mesa de trabajo, que estaba en la acera a un lado de la puerta abierta de su casa, no estaba tan mal equipado como al principio nos habíamos pensado, y al otro lado había una vitrina de cristal con sus joyas. Nosotros le enseñamos fotos de mi taller y después como él no sabía mucho inglés llamó a un vecino que tenia su negocio en el puesto de enfrente, y que si que hablaba bien inglés.
Él nos contó también muchas mas cosas sobre el país, sobre su historia reciente y sobre política. Él vivió bombardeos en su ciudad natal y perdió a miembros de su familia. Nació en el 1985 y no vivió la época bajo la terrible dictadura de Pol Pot, 1975–1979, en la que murieron una cuarta parte de la población del país. Pero si el final de la guerra que empezó inmediatamente después, y que duraría hasta el 1989. Según nos cuenta, desde ese año hasta la fecha, es decir, casi 27 años, gobierna el mismo partido, y cuando hay manifestaciones en contra de la manera de gobernar, la policía las disuelve con violencia contundente, de manera que a la gente le entra el miedo de que pueda estallar una nueva guerra, y deciden quedarse en paz como están que no correr riesgos. Cuando le preguntamos por las votaciones se encoge de hombros y se limita decir que siempre ganan los mismos.
Desde allí, después de comernos unos fideos fritos en un puesto de comida callejera, seguimos nuestro camino hacia el siguiente templo, Lolei, que por desgracia, nos lo encontramos totalmente cubierto de andamios. De todas maneras la visita fue muy interesante, ya que un simpático profesor de la escuela del monasterio budista situado junto al templo, después de conversar un poco con nosotros, nos quiso enseñar sus instalaciones, y después de ver la cocina y alguna de las aulas, nos propuso hacer una pequeña charla con sus alumnos, y así que practicaran su inglés. Pasamos un buen rato con los niños, y fue curioso y divertido.
Este día disfrutamos mucho de una excursión en bici por los alrededores de Siem Reap y de las conversaciones con la gente de allí.
De vuelta a la ciudad volvimos a ver ese paisaje de Camboya que más se nos ha quedado en la memoria, arrozales infinitos salpicados de cocoteros.
Die vergessenen Tempel von Angkor
Von Thailand gelangten wir über die Grenze Psar Pruhm nach Kambodscha. Das Visum erhielten wir problemlos vor Ort für umgerechnet 30 Euro. Zeit sollte man allerdings mitbringen, denn für den »Papierkram« haben wir eine Dreiviertelstunde gebraucht. Es empfiehlt sich Passbilder griffbereit zu haben.
Auf dem Weg nach Siem Reap zu den berühmten Tempeln von Angkor haben wir einem kurzen Zwischenstopp in Battambang eingelegt, wo wir ein besonderes Phänomen beobachten konnten. Jeden Abend zur Dämmerung fliegen Millionen von Fledermäusen aus einer Felsenhöhle und bilden ein eindrucksvolles schwarzes Band am Himmel.
Angkor ist eine Region in Kambodscha, in der vom 9. bis zum 15. Jahrhundert die wichtigsten Tempel des Khmer-Königreiches erbaut wurden. In einem circa 35 Quadratkilometer großen Gebiet nördlich der Stadt Siem Reap befinden sich die bedeutendsten Tempel der Anlage zusammen mit vielen weiteren, die Teil der riesigen Hauptstadt des damaligem Imperiums bildeten. Das Königreich umfasste zu diesen Zeiten annähernd ganz Südostasien. Bis auf die Tempel, die für die Götter aus Stein konstruiert wurden, waren die restlichen Gebäude der Stadt aus Holz gebaut, die im Laufe der Zeit verrottet sind. Der gesamte Tempelkomplex von Angkor wurde 1992 zum Unesco Weltkulturerbe erklärt.
Einige der Tempel sind wirklich beeindruckend und einzigartig. Angkor Wat, der Haupttempel, ist das weltweit größte religiöse Gebäude.
Viele Touristen machen sich noch vor der Morgendämmerung auf den Weg, um sich vor dem westlich gelegenen Haupteingang zu versammeln und den Sonnenaufgang zu sehen. Wir haben den zweiten Besichtigungstag auf diese Weise begonnen und es war durchaus lohnenswert. Der Tempel sieht im Morgenrot wunderschön aus, nur das pausenlose Klicken der Kameras, macht den magischen Moment zunichte. Am selben Tag, kurz vor dem Sonnenuntergang, als wir nach der Besichtigung anderer Tempel nochmal zum Tempel Angkor Wat zurückkehrten, erlebten wir einen für uns noch schöneren Anblick. Ein Sturm zog auf und es begann zu regnen, als wir gerade in einem der Säulengänge unterwegs waren.
Auf unserer Reise ist es nicht immer einfach einen guten Kaffee zu finden, aber in dieser Kaffeebude wurden uns zwei Cappuccinos zubereitet, die alle unsere Erwartungen übertrafen: Cremiger Espresso mit aufgeschäumter Milch und sogar die Kakao-Deko hat nicht gefehlt. Besser kann ein Tag nicht beginnen.
Viele der Tempel lagen 400 Jahre lang unter dem Dschungel begraben und vergessen, bis sie Mitte des 19. Jahrhunderts nach und nach entdeckt wurden. Mit der Zeit hat die Natur ihre Spuren hinterlassen und fantastische Szenerien aus Wurzeln und den alten, gemeißelten Steinen geschaffen. Das beste Beispiel ist der Tempel Ta Prohm, auch bekannt durch die Szenen, die dort für den Film »Tomb Raider« mit Angelina Jolie als Lara Croft gedreht wurden.
Ein weiterer sehr bedeutender Tempel, der mir persönlich am besten gefallen hat, ist Bayon. Er liegt im Herzen von Angkor und hatte ursprünglich 49 Türme mit über 200 Gesichtern der buddhistischen Gottheit Avalokiteshvara.
Eines der Eingangstore zu Angkor Thom, in dem sich unter anderen, der Tempel Bayon befindet.
Andere Tempel, wie Preah Khan, sind aufgrund ihrer zahlreichen und kunstvollen Reliefs herausragend. Leider sind viele von ihnen erodiert oder wurden gestohlen.
Bei einem mehrtätigen Besuch der Tempel, könnte man meinen, dass irgendwann Langeweile eintritt, aber jeder Tempel hat Besonderheiten und einen eigenen Charme, der den Aufenthalt abwechslungsreich und interessant macht.
Der Tempel Ta Keo beeindruckt mit einer sehr steilen Treppe mit riesigen Stufen.
In einigen Tempeln sieht man Altäre und Gläubige, die dort beten.
Es gibt Tickets für einen Tag, drei Tage oder für eine ganze Woche, die entsprechend 20, 40 oder 60 US-Dollar kosten. Wir haben uns für das 3-Tages-Ticket entschieden, das im Zeitraum von einer Woche gültig ist, sodass man die Möglichkeit hat, Pausen zwischen den Besichtigungstagen einzulegen.
Es existieren zwei unterschiedlich lange Rundwege. Die Tempel des längeren Rundwegs sind in größerer Distanz voneinander zu finden.
Am ersten Tag haben wir den kürzeren Rundweg unternommen und dafür ein Tuk Tuk gemietet, mit dem man bequem von Tempel zu Tempel kutschiert wird. In der Regel kostet ein Tag mit dem Tuk Tuk 15 bis 20 US-Dollar, je nachdem welche Route und welchen zeitlichen Rahmen man vereinbart. Letztendlich entscheidet das Verhandlungsgeschick über den Preis.
In der Nähe der Tempel sieht man immer wieder frei lebende Affen.
Für den zweiten Besichtigungstag mieteten wir für nur einen Dollar Fahrräder. Nach dem Sonnenaufgang mit Blick auf Angkor Wat nahmen wir den großen Rundweg ins Visier und genossen die Unabhängigkeit und die Natur sehr.
Unterwegs in der Umgebung von Siem Reap
Die Fahrradtour hat uns so Spaß gemacht, dass wir am nächsten Tag beschlossen, einen Ausflug in die Umgebung von Siem Reap zu machen. Morgens um halb sechs, als es noch angenehm kühl war, ließen wir die Stadt hinter uns und begaben uns auf Schotterwegen zwischen die Reisfelder. Gleich hinter der Stadt beginnt das »Landleben«. Man sieht viele der typischen Häuser, die auf Pfählen etwas erhöht erbaut sind. Die Menschen leben von der Landwirtschaft, vor allem vom Reisanbau, aber es wird auch Obst und Gemüse angebaut. Hühner hat fast jede Familie und häufig sieht man Kühe oder Büffel. Überall streunen Hunde herum, die auf dem Land zur Bewachung der Häuser gehalten werden. Ein bisschen erinnerte uns dieser Landstrich an »la huerta de Valencia« (Reisanbaugebiet rund um Valencia).
Ziel unseres kleinen Ausflugs war der Tempel Bakong, Teil der Roluos-Gruppe, die sich 12 km östlich von Siem Reap befindet. Interessanter als der Tempel erschien uns allerdings das Landleben kennen zu lernen und mit den Leuten ins Gespräch zu kommen.
Wir fuhren zu einem Markt in einem nahegelegenen Dorf und entdeckten einen Goldschmied gegenüber der Markstände. Seine Werkstatt, bzw. der Arbeitstisch, der auf dem Gehweg vor seinem Haus stand, war gar nicht so schlecht ausgestattet, wie wir zunächst gedacht haben und daneben gab es eine Vitrine mit seinen Schmuckstücken. Wir zeigten ihm Fotos meiner Werkstatt und nachdem er kaum Englisch sprach, rief er einen Nachbarn, der bereitwillig half zu übersetzen.
Außerdem erzählte er uns viel über sein Land, die jüngere Geschichte und die aktuelle Politik. In seiner Kindheit erlebte er Bombenangriffe auf seine Heimat und verlor Angehörige. Geboren 1985 erlebte er glücklicherweise nicht die schreckliche Zeit der Diktatur Pol Pots (1974–1979), in der ein Viertel der Bevölkerung ausgelöscht wurde, aber die letzten Jahre des Krieges, der bis 1989 andauerte. Laut seinen Erzählungen regiert seitdem, sprich seit fast 27 Jahren, die gleiche Partei. Bei Demonstrationen gegen die Partei, geht die Polizei sehr hart und mit Gewalt gegen die Demonstranten vor, sodass die Angst vor einem neuen Krieg viele abschreckt weiter auf die Straße zu gehen. Als wir ihn nach den Wahlen gefragt haben, wusste er nur die Achseln zu zucken und meinte, dass immer die gleichen gewinnen.
An einem Straßenstand stärkten wir uns mit gebratenen Nudeln, bevor es zu einem weiteren Tempel (Lolei) ging, den wir leider komplett eingerüstet vorfanden. Der Besuch war dennoch interessant, weil uns ein junger Englischlehrer aus der angrenzenden buddhistischen Klosterschule einlud, seinen Arbeitsplatz zu zeigen. Nachdem wir ein paar Klassenzimmer und die Kochstelle gesehen hatten, bat er uns mit seiner Klasse ein bisschen Englisch zu sprechen. Überrumpelt von dieser Aufgabe herrschte erst Schüchternheit beiderseits, letztendlich hatten wir aber mit den Kindern viel Spaß.
Auf unserem Fahrradausflug ins Umland von Siem Reap genossen wir vor allem, mit verschiedenen Menschen ins Gespräch zu kommen und auf diese Weise viel über Kambodscha zu erfahren.
Auf dem Rückweg in die Stadt brannte sich nochmal das typische Landschaftsbild Kambodschas in unser Gedächtnis ein: unendliche Reisfelder und ein paar Kokospalmen, die über den Horizont hinaus ragen.
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