Wer den Film »The Grand Budapast Hotel« kennt, kann sich die Stimmung ausmalen, die uns in unserer zweiten Unterkunft in Bangkok im »The Atlanta Hotel« erwartete. Nach unserem Luxusleben im Lebua waren wir zunächst erschrocken über den heruntergekommenen äußeren Aspekt des Hotels, obwohl wir uns bewusst für dieses »Museum« entschieden haben.
Es wurde in den 50er Jahren von dem Berliner Dr. Max Henn und seiner Frau designt und war das erste Hotel in Thailand mit Pool. Die Lobby erinnert an die Bauweise von Theater- oder Filmsets der 20er oder 30er Jahre. Seitdem wurde nicht viel verändert oder modernisiert und so ist die Eingangshalle ein beliebtes Filmset geworden.
Der Garten erinnert mit den vielen sattgrünen Pflanzen an einen Dschungel und neben dem Pool hängen drei morsche Hängematten, die noch immer ihren Zweck erfüllen.
In der Eingangshalle drehen unermüdlich zwei alte Ventilatoren ihre Runden und das eintönige Rotieren wird nur durch das hartnäckige Quaken eines Frosches im Garten begleitet.
Die Angestellten sind dem Atlanta teilweise über 20 Jahre treu oder arbeiten schon in der zweiten Generation. Wenn gerade kein Gast die Angestellten bemüht, was die Regel ist, verhalten sie sich ruhig, fast bewegungs- und tatenlos. Eine Frage oder eine Bitte wird rasch und präzise beantwortet oder erfüllt.
Vom Atlanta hatte ich in einem Reiseführer (»Gebrauchsanweisung für Thailand«, Piper 2015) gelesen und mir den Tipp des Autors zu Herzen genommen, ein Zimmer auf der Ostseite mit Balkon zu nehmen und nicht ein Zimmer auf der Westseite mit Blick in den Garten, da neben dem Garten ein Highway vorbei führt, der einen in der Nacht kein Auge zutun lässt.
Wir waren wie verzaubert von der einzigartigen Atmosphäre dieses Ortes. Glücklicherweise funktionierte die einzige Steckdose in unserem Zimmer nicht, weshalb wir viel Zeit in der Lobby verbrachten, um dort Strom und Wlan zu nutzen.
The Grand Bangkok Hotel
El que conoce la película »El gran hotel Budapest« puede imaginarse perfectamente el ambiente que nos íbamos a encontrar en nuestra próxima estancia en Bangkok en »El Hotel Atlanta«. Después del lujo vivido en el hotel Lebua, nos asustamos un poco al ver el aspecto del hotel por fuera, y eso que habíamos elegido a conciencia el alojarnos en este »museo«. Fue diseñado en los años 50 por el doctor berlinés Max Henn y su mujer, y fue el primer hotel con piscina de Tailandia. El salón de entrada recuerda a la manera en la que se hacían los decorados de los teatros y las películas de los años 20 y 30. Desde entonces no se ha cambiado o modernizado mucho y por eso se ha elegido el hall de este hotel como escenario para rodar muchas películas.
El jardín tiene tantas plantas de un color verde tan intenso que parece una jungla, y al lado de la piscina hay tres hamacas colgadas con pinta vieja y acartonada, pero que todavía cumplen su función.
En el hall de la entrada hay dos ventiladores cansados que dan vueltas y su sonido grave y monótono solo lo acompaña el croar de las ranas del jardín.
Los empleados en el Atlanta llevan trabajando allí, algunos, más de 20 años, otros ya son de la segunda generación. Mientras ningún huésped necesita algo de ellos, los empleados hablan entre ellos en voz baja, pasivos y casi sin moverse. Las preguntas o necesidades de los huéspedes son rápida y eficazmente atendidas.
Sobre el hotel Atlanta había leído en una guía de viajes (»Gebrauchsanweisung für Thailand«, Piper 2015), y tome muy enserio el consejo del autor de coger una habitación con balcón orientada a la cara este, y no una con vistas al jardín, ya que junto a este se encuentra un Highway que por las noches no te deja pegar ojo.
Quedamos encantados del ambiente tan especial que se respira en este lugar. Por suerte no funcionaba el único enchufe de nuestra habitación con lo cual tuvimos que pasar mucho tiempo en el hall para tener electricidad, y también para utilizar el wifi.
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